¿CUAL CELEBRACIÓN DEL 8 DE MARZO?

Maite Reyes Retana

En una reunión de 15 personas, soy la única mujer. Mis compañeros, políticos todos, cada vez que dicen una grosería, me piden perdón. Obviamente, asumen que, en la bolsa, traigo kleenex e hilo para coser. Comentan que se saben un chiste buenísimo, pero que luego lo cuentan para no ofenderme a mí.
El gobernador de Veracruz, Fidel Herrera, festejó el día del Ejército contratando bailarinas exóticas, para “agasajar” a los militares.
En las Cámaras de Diputados y de Senadores existe la figura de las “edecanes”, muchachas con ciertas características físicas cuyo trabajo es atender a los legisladores. Deben ser jóvenes y guapas, porque un hombre poderoso no merece menos.
No sé si en la ALDF existan las edecanes; lo que si sé es que, cuando yo trabajaba en la Cámara de Diputados, de 1997 a 2000, existía el rumor de que las edecanes del Senado eran más guapas que las de la Cámara, porque los senadores son más importantes y, por lo tanto, merecen mejores mujeres.
En esa misma legislatura hubo un escandalazo, porque corrió el rumor de que la jefa de las edecanes era, en realidad, su madrota. Según los chismes, ella era la encargada de arreglar los encuentros sexuales entre las muchachas y los legisladores, y se llevaba su porcentaje.
No pasó nada, no se investigó el caso; ni siquiera hubo una discusión en torno a la existencia de la figura de la edecán. Ninguna legisladora levantó la voz, nadie se quejó.
El poder ha estado asociado, históricamente, a la posibilidad de conseguir mujeres hermosas, mujeres trofeo. Entre más poderoso es un hombre, de mejores mujeres se puede rodear.
Y así sigue siendo, y a nadie le llama la atención.
Me alegra muchísimo que la agenda LGBTT esté en el centro de la discusión, y que ese colectivo haya logrado tanto. Es una cuestión de respeto a los derechos humanos, de justicia elemental.
Sin embargo, no perdamos de vista que la agenda feminista tiene aun infinidad de pendientes, que la igualdad sigue siendo una utopía. Mientras la violencia, la explotación y la desigualdad se sigan viendo como hechos normales, cotidianos, simple y sencillamente no podremos avanzar.
Ojalá los legisladores se sentaran a revisar, por lo menos, si de verdad necesitan a un grupo de señoritas para atenderlos; sería una buena manera de celebrar el 8 de marzo.