miércoles, 10 de marzo de 2010

¿ESTAMOS LAS MUJERES MEJOR QUE HACE TREINTA AÑOS?

Maite Reyes Retana

El lunes 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, se lanzaban en un programa de radio dos preguntas: ¿Es mejor ser mujer hoy que hace treinta años? Y ¿Es mejor ser mujer que hombre?
Yo de entrada contestaría afirmativamente a ambas: si estamos mejor que hace treinta años y si es mejor ser mujer que hombre. Y puedo sustentar mis respuestas: hoy hemos logrado libertades y reconocimiento de derechos que antes nos eran negados; tenemos píldoras anticonceptivas y, al menos en la Ciudad de México, la elección de interrumpir un embarazo no deseado.
A diferencia de los hombres, podemos tener buenos trabajos, al mismo tiempo que seguimos expresando nuestras emociones, sin ser tachadas por eso de cursis o ridículas. Los estereotipos de género les hacen mucho daño también a ellos.
Sin embargo, alguien puso el dedo en la llaga cuando afirmó que, en Ciudad Juárez, no es mejor ser mujer que hombre. Y tiene razón: las cifras oficiales siguen demostrando que las víctimas de la violencia seguimos siendo, en la enorme mayoría de los casos, las mujeres.
Según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2006, “el 67% de las mujeres de 15 años y más han sufrido violencia en cualquiera de los siguientes contextos: comunitario, familiar, patrimonial, escolar, laboral y de pareja”.
Por otra parte, de acuerdo con datos de la ONU, “la mayoría de los 1.500 millones de personas que viven con 1 dólar o menos al día son mujeres. Además, la brecha que separa a los hombres de las mujeres atrapados en el ciclo de la pobreza ha seguido ampliándose en el último decenio, fenómeno que ha llegado a conocerse como "la feminización de la pobreza”. En todo el mundo, las mujeres ganan como promedio un poco más del 50% de lo que ganan los hombres”.
En México existen 16 millones 20 mil 833 mujeres trabajadoras, dice INEGI. 63.4% son asalariadas, lo que significa que alrededor de seis millones están al margen de prestaciones sociales: seguro médico, vacaciones, fondo de vivienda y pensión al cumplir los 60 ó 65 años de edad.
La Asociación Mexicana de Ventas Directas reportó en 2003 un total de un millón 200 mil personas dedicadas a las ventas directas, de las cuales el 80 por ciento eran mujeres, en su mayoría amas de casa, quienes no son consideradas trabajadoras y sólo perciben el pago de comisiones sin ninguna prestación social.
23% de las mujeres que laboran obtiene ingresos mediante actividades por cuenta propia, según INEGI; 12% hace trabajo de apoyo a la familia sin recibir remuneración. Para el último trimestre de 2006, cinco millones 391 mil 581 mujeres se ubicaban en trabajos informales, en tanto que nueve millones 275 mil 358 tenían un trabajo formal y recibía un salario.
Estos dos fenómenos, el de la violencia y el de la pobreza, se conjugan de manera perversa, en un círculo vicioso en el que la mujer permanece al lado de su agresor porque ella y sus hijos dependen económicamente de él.
¿Estamos mejor que hace treinta años? Ya no estoy tan segura.

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