jueves, 23 de julio de 2009

¿CASSEZ, OTRO ERROR?

Maite Reyes Retana

Estoy leyendo un libro que se llama Los hombres que no amaban a las mujeres, de Stieg Larsson. A pesar de su título, no es un libro de autoayuda, sino una muy buena novela policiaca sueca.
Uno de los personajes, un periodista acusado de difamación, critica a los columnistas financieros de su país en estos términos: “Si un reportero parlamentario ejerciera su oficio de idéntica manera, rompiendo una lanza a favor de cualquier decisión por absurda que ésta fuese, o si un periodista político se mostrase tan falto de criterio profesional, sería despedido de inmediato... En el mundo del periodismo económico, la regla de oro de la profesión –hacer un análisis crítico e informar objetivamente del resultado a sus lectores- no parece tener validez. Así se crea la Suecia del futuro y se mina la última confianza que la gente ha depositado en el gremio periodístico”.
En México, estoy segura, no pasa lo mismo. Estoy convencida de que los periodistas económicos, como el resto, ejerce su profesión de manera crítica e incisiva. Sin embargo, hay ciertos temas que, por dolorosos, parecen generar unanimidad.
Es el caso del secuestro. A excepción de la acusación contra Jacinta Francisco, indígena acusada de secuestrar a tres AFIS y sentenciada a 21 años de prisión, que de tan absurdo no merece ni siquiera un átomo de credibilidad, existen otras acusaciones que hemos aceptado sin cuestionamiento alguno.
Cuando la procuraduría capitalina anunció que había localizado a los secuestradores de Fernando Martí, todos nos alegramos ¿Cómo no celebrar que se hiciera justicia en un caso de secuestro y asesinato de un niño?
Nadie dudó, nadie cuestionó. Hasta que, la semana pasada, apareció un nuevo secuestrador y asesino del mismo niño. Las autoridades federales afirman que este si es el bueno, y que no conoce ni al Apá ni a la Lore, encarcelados ambos. Es decir que, en este caso al menos, todo parece indicar que se fabricaron culpables, con el objetivo de dar rápida respuesta al reclamo ciudadano de justicia.
Es absolutamente normal que los ciudadanos empaticemos con las víctimas y deseemos el castigo de los culpables, pero no podemos permitir que, aprovechando esto, las autoridades nos sigan dando atole con el dedo ¿Cuántos casos más habrá de fabricación de culpables? ¿Dónde está la CNDH que, se supone, debería defender a los ciudadanos de los abusos de la autoridad?
Creo que no sobraría revisar el caso de Florence Cassez, que empezó con un montaje de Genaro García Luna, la retención ilegal de la supuesta secuestradora durante 24 horas, a bordo de una camioneta, y el despido de un reportero, Pablo Reinah, por haberse prestado a la farsa.
Además, en sus primeras declaraciones, ninguno de los secuestrados reconoció a la francesa. Cristina Ríos Valladares, la mujer liberada con su hijo Cristian, declaró dos días después de su rescate: “Durante la presente diligencia tuve a la vista a las personas que ahora me entero responden a los nombres de Israel Vallarta Cisneros y Marie Luise Cassez Crepin y después de observarlos con detenimiento manifiesto que no conozco a estas personas...Manifiesto que no conozco la voz de ellos...Estoy enterada por voz de los agentes de la AFI que las personas que detuvieron son parte de mis secuestradores.”
Cristian, el hijo de la Sra. Ríos, negó, en su primera declaración, reconocer a Cassez, ni físicamente ni por su voz. Ezequiel, el tercer secuestrado, tampoco la identificó. Israel Vallarta, secuestrador confeso, y pareja sentimental de la francesa, afirma en su declaración que ella no conocía sus actividades ni participaba en ellas.
Tuvo que aparecer en escena Denise Maerker, con sus preguntas siempre incisivas, para demostrar que la supuesta liberación había sido un montaje. De no haber sido por eso, seguiríamos creyendo la historia de García Luna.
La justicia no puede ser una cuestión de fe, necesitamos pruebas contundentes. Hagamos preguntas, cuestionemos todo y a todos. Es lo único que podemos hacer para impedir la fabricación de culpables o de chivos expiatorios.

2 comentarios:

  1. El tribunal de la opinión pública es el más inclemente de todos; Fuenteovejuna siempre clama por sangre al verse injuriada.

    El manejo de los casos penales es muy difícil, porque so pretexto del sigilo propio de una investigación se dan prácticas que facilitan el ocultamiento de una información y manipulación de otra.

    Recuerden por ejemplo el caso de Paola Durante, acusada junto con Mario Bezares del asesinato de Paco Stanley. Tuvieron que batallar mucho para limpiar sus nombres, y nunca pudieron reconstruir sus carreras, y eso fue antes de que Fox y el PAN entraran a Los Pinos, pero conste que el PRD ya estaba en el GDF.

    Considerando ambos ejemplos, en el caso de Cassez, me parece difícil, más no imposible, que se hubiera seguido todo un juicio completo y se hubiera podido condenar a la mujer sobre pruebas fabricadas.

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  2. No puedo estar más de acuerdo contigo Rosco.

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