martes, 8 de septiembre de 2009

Llover sobre Mojado

Es important hace la evaluación del saldo que arrojó el paso de la tromba que azotó al D.F. y su zona conurbada en el Estado de México la noche del domingo 6/madrugada del lunes 7 de agosto. http://www.eluniversal.com.mx/edomex/912.html Nótese que a pesar de su fuerte embestida mediática, y sus centenares de compromisos de campaña cumplidos, según lo certifican fedatarios, el gobernador de la entidad no ha sido televisado recorriendo la zona, literalmente de desastre.

De entrada, millones de pesos en pérdidas materiales sufridas por las familias residentes en la proximidad del emisor poniente, que se reventó liberando grandes cantidades de aguas negras en zonas residenciales de Tlalnepantla y Atizapán. Familias de clase media y media-baja para abajo perdieron desde automóviles, que arrastrados por la corriente terminaron inundados, llenos de basura e incluso apilados unos sobre otros, cual en deshuesadero. Perdieron también bienes de uso duradero, como mobiliario, enseres domésticos, e incluso construcciones; de tal mangnitud fue el torrente que derribó bardas y paredes, afectó muros, etc.

Ante tales pérdidas los afectados reclaman el apoyo del gobierno, del federal para variar, para subsanar, o cuando menos paliar, sus pérdidas. Me recuerda (con inversa ironía) a la ocasión hace unos 3 ó 4 años en que un talud se derrumbó a causa de las lluvias en Bosques de las Lomas, afectando la cancha (de tennis o padel) de un lujoso condominio en esa colonia, una de las más pudientes del país. En esa ocasión incluso los adinerados residentes del condominio exigieron, antes las cámaras, que el gobierno de la ciudad o el federal respondiesen por dicha afectación.

La analogía en ambos casos demuestra que, incluso en los estratos más altos de la sociedad mexicana, la cultura del seguro brilla por su ausencia; en los países industrializados el seguro es la más elemental precaución que toma desde el propietario de un inmueble hasta el inquilino del mismo. En el caso de viviendas hipotecadas, los términos del crédito normalmente obligan al deudor hipotecario a tomar un seguro que contemple a la hipotecaria como primer beneficiario, de modo que esas podrían estar, en su mayoría, cubiertas, igual que los automóviles (salvo los casos en que las pólizas exluyan responsabilidad por hechos desastrozos). Sin embargo, en la gran mayoría no será el caso.

Y ante la imprevisión propia, el mexicano exige la responsabilidad ajena: que nos responda el gobierno; municipal, del estado o federal, el que sea, pero que ellos nos respondan ... con el dinero de todos los demás. Lo cual, en una situación en la que el Secretario de Hacienda anuncia un boquete presupuestal de dimensiones tales que él podría pasar a través del mismo con holgura, el Presidente anuncia reestructuraciones para ahorrar costos y las arcas de estados y municipios se encuentran prácticamente vacías, se antoja sumamente complicado.

Peor todavía; como no se estableciera alguna causa por la que dichos órdenes de gobierno hubieran incurrido en culpa o negligencia, no aparecería razón por la que tuvieran que pagarle a la gente por sus bienes perdidos. La actitud del mexicano ante estas situaciones parece casi infantil: " aunque ya estoy grandecito y tengo mi casa y mi carro, pero no soy capaz de hacerme responsable de ellos, y si algo pasa, espero y exijo que Tata gobierno me responda", es el fruto de más de 3/4 de siglo de paternalismo.

Sin perjuicio de ello, habría que analizar si las autoridades que han permitido la constante edificación de viviendas y población de la zona conurbada de la capital del país no han incurrido en responsabilidad por ello. El que los mexicas construyeran donde lo hicieron fue una estupidez; doble estupidez que lo siguieran haciendo los españoles. Pero el que los mexicanos contemporáneos hayan perpetuado la imbecilidad constructiva de sus ancestros por ambas vías, haciendo crecer a una megalópolis en un espacio cerrado por ... pues por cerros, que no permiten la dispersión de los contaminantes, y que además forman no un valle, sino una cuenca, va más allá de la estupidez.

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