miércoles, 29 de abril de 2009

Y después de la epidemia, que?

Maite Reyes-Retana
Mientras escribo estas líneas oigo que ya subieron de fase 4 a 5 el nivel de alerta mundial por la influenza porcina. Eso quiere decir, según la OMS; que la pandemia es inminente.
Acá, en el DF, la sensación es rarísima. Todo está como paralizado, como si todos estuviéramos esperando a que esto pasara para retomar nuestras vidas. Ayer fui a Polanco, a la papelería y, lo que nunca, encontré varios lugares de estacionamiento.
Los dueños de las tiendas estaban en la calle, desesperados, comprobando la ausencia de clientes. Todos los restaurantes, cafés y bares cerrados, y no se veía un sólo puesto ambulante. En la Condesa lo mismo.
Hoy que llegué a la oficina me informaron que las labores se suspendían hasta nuevo aviso. La gente come en los parques y las plazas. Casi nadie toca el claxón.
Insisto: es una sensación rarísima, como una ciudad fantasma o, más bien, como una ciudad que funciona al 40%.
Y lo peor es que todavía no hemos visto lo peor ¿Cómo va a ser el día de después? ¿Cómo se van a recuperar los dueños de cafés, tiendas, restaurantes, bares? ¿Cómo los que se dedican al turismo o al entretenimiento? ¿Y los empleados?
Si ya de por sí estábamos en medio de una tremenda crisis económica, no sé cómo vamos a estar cuando pase la epidemia. Peor, sin duda.
¿Los gobiernos federal y locales lo habrán calculado? Yo entiendo que lo primero es lo primero, y que lo más urgente es detener los contagios. Si para eso es necesario paralizar la actividad económica, pues se hace. Pero las consecuencias de las decisiones tomadas durarán años.
Pongo un ejemplo que conozco de cerca: la dueña de una miscelánea, que vive de los alumnos de las dos escuelas que tiene enfrente, se las ve difíciles durante las vacaciones escolares, puesto que no hay niños que gastan. Ahora, recién iniciadas las clases, y cuando creía que las cosas se normalizarían, viene esto. Sus ganancias han caído más del 50%, alguien ha pensado en estos casos?
Yo sólo espero que esta rara etapa pase pronto y que sepamos solucionar sus consecuencias. Mientras, a inventar lugares de reunión y entretenimiento en las casas. No nos queda de otra.

1 comentario:

  1. Maite, me temo que los efectos económicos son insalvables; si a una economía en recesión además la paralizas, indudablemente los negocios que no tengan las reservas financieras para enfrentar sus pasivos y costos fijos terminarán por cerrar, y el cumplimiento de sus obligaciones difícilmente le dejaría a los empresarios recursos suficientes para volver a emprender.

    La diseminación de la epidemia a través de México ha exhibido ante el mundo lo propenso que es nuestro país a estos hechos, lo propicio que es México para el desarrollo de patógenos infecciosos (tales como los miembros de la "clase política"), y lo incompetentes e impotentes que son las autoridades sanitarias, tanto locales como federales, para contener y atender epidemias.

    Habría que ver en qué condiciones se producen los alimentos que consumimos todos los días; en qué condiciones viven quienes lo producen; en qué condiciones vive y se desenvuelve la gente de nuestro país. ¿Cómo no vamos a ser vulnerables a una epidemia/pandemia cuando la gente de los pueblos y zonas urbanas marginadas vive como animales, con pisos de tierra, sin agua potable ni drenaje; cuando las zonas residenciales de lujo verten sus aguas negras a los demás caudales; cuando una persona, quien además seguramente estará desnutrida, tiene que destinar 4 o más horas de su día a trasladarse de su domicilio a su trabajo en un pesero atestado de gente hasta las puertas?

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