miércoles, 29 de abril de 2009

Mal Síntoma.

Anoche en un vano intento por departir en la Condesa con unas cuantas amistades temerarias que intentan no sucumbir a la paranoia, tomé camino para allá por la Av. de los Insurgentes y me preocupó no ver pirujas en las esquinas donde tradicionalmente se instalan. Vamos, con el perdón de Maite, me es indistinto si las prostitutas laboran o no (total, ni soy ni he sido cliente), pero asumiendo la teoría del canario como indicador (cual se usaba antaño en las minas como advertencia de emanaciones tóxicas), el hecho me pareció mal síntoma.

Incluso en el renombrado cruce de Insurgentes y Nuevo León había muy, muy pocas. Entonces me asaltó el siguiente pensamiento: estas mujeres, que cotidianamente se exponen a, y/o contraen cuanta infección venérea existe (VIH, Papiloma, Herpes, Sífilis, Gonorrea, Clamidia, etc.) ¿¡le tienen más miedo ahora a la influenza porcina que a tan ominosos padecimientos?!

Y bueno, si restaurantes y bares han cerrado, seguramente a las teiboleras les habrán suspendido la chamba, así que no sería sorpresa que ellas anduvieran fuera de circulación (probablemente el gremio más afectado; cerrado el teibol y cerrados los gimnasios, ¿qué harán estas pobres mujeres?).

Habría que echar un ojo también por Sullivan, pero además sería interesante si Maite nos facilitara el informe respectivo de La Merced y Calzada de Tlalpan. ¿Terminaremos usando condones de cuerpo completo para el diario hasta que esto pase?

1 comentario:

  1. ... y como siempre, el diario Reforma responde a mis dudas con una nota del sabado ...

    Gina: Teibolera; ¿Y los besos y caricias?

    La pregunta de una mujer que vive de la noche obliga a la reflexión: "¿Quién se acuerda de las que vivimos de los besos y las caricias?".

    Gina es bailarina y tiene año y medio dedicada al espectáculo del table dance en una discoteca de la Delegación Cuauhtémoc.

    Para ella, las pérdidas en el salario que dejó la suspensión de actividades en el negocio del placer, son algo que comparte con cualquier trabajador.

    Pero de inmediato llama la atención y hace una pausa para preguntar

    "¿Quién ha dicho qué tenemos que hacer los que vivimos de dar besos? Por todas partes te dicen que no saludes ni de mano ni de beso, pero de eso vivimos, de los besos y caricias, de estar con el cliente, compartir una copa y a veces ellos pueden venir enfermos, después en los privados, pues te quieren besar así y te las tienes que ingeniar para hacerlos sentir bien; ¿pero ahora cómo le vamos a hacer?", cuestiona.

    A sus 25 años de edad, la escultural bailarina que gusta de "la balada para el desnudo" de Francisco Céspedes, la noticia de una epidemia de influenza en la ciudad la agarró por sorpresa.

    "El viernes todavía trabaje normal, si me dio un poco de miedo porque hubo algunos clientes que estaban enfermos y el sábado me dio algo de gripa, pero como tengo sinusitis, ahora si que mi médico de cabecera me revisó y rápido me alivié"; dice.

    "Nosotras vivimos de las comisiones de copas y boletos que se venden todas las noches, no tenemos salario. Esta semana, pues me paraba temprano, iba al gimnasio para hacer mis rutinas y me encerré con mi pareja a esperar qué decían las noticias", dice.

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